La justicia no se vota, no se plebiscita: sobre la Ley de Caducidad en Uruguay
El jueves 19 de mayo de 2011 se cerró una pequeña etapa en la historia política y social uruguaya que, como todo movimiento dialéctico, abrió otra. Se votó en la cámara de diputados la Ley Interpretativa (de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado). Hagamos un rápido y breve repaso histórico de la Ley de Caducidad, o Ley de Impunidad. Después de la salida de la dictadura en Uruguay (el 14 de marzo de 1985), luego de largas negociaciones entre el gobierno y los milicos, el parlamento votó y aprobó la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado en diciembre de 1986. A muy grandes rasgos, ésta es una ley que impide investigar y juzgar las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, por lo tanto se erige como un tipo de amnistía para represores y torturadores. Luego, la izquierda hizo una larga campaña por plebiscitarla, lo que se logra en 1989, donde el voto verde (por la anulación de la Ley de Caducidad) perdió frente al voto amarillo (a favor de la ley). Esta derrota fue un duro golpe. Y en octubre de 2009, nuevamente por iniciativa de organizaciones sociales y políticas, se volvió a plebiscitar. Pero el plebiscito de octubre volvió a ratificar la ley. No entraremos aquí en las circunstancias de cada uno de los plebiscitos, solo decir que el primero se dio en un clima de profundo temor instalado en la sociedad; en el segundo solo existió una papeleta (la rosada, a favor de la anulación), pero no había otro voto (en contra de la anulación). Luego de esto, entre septiembre de 2010 y mayo de 2011, tuvo lugar un largo debate parlamentario, que no se plasmó en una necesaria discusión-movilización social, en torno a la Ley Interpretativa. Con respecto a esto último, aquí nos interesa dejar planteada una breve reflexión sobre los últimos hechos acontecidos en Uruguay durante las últimas semanas.
La gran función circense del jueves 19 de mayo, donde se votó la Ley Interpretativa en la cámara de diputados (después de haber sido votada y ratificada en la cámara de senadores en abril de 2011), terminó con un empate de 49 votos a favor (bancada del Frente Amplio, FA) y 49 votos en contra (bancada de blancos y colorados). Números que no sólo expresan un empate cuantitativo, sino que también nos hablan de cómo, entre ellos, los matices se van decolorando. Y se funden cada vez más los colores de unos con otros en su reconciliación, llevando a la práctica un discurso perverso que gira en torno a la necesidad de perdonar y dejar los odios de lado, como quedó explícitamente claro el 18 de mayo de 2011, en el discurso de Mujica –“el ex guerrillero”- en el día del Ejército uruguayo. Yo no sé por qué en este punto pienso en los veinte años de Concertación post dictadura en Chile.
En esa votación, el FA sacrificó un caballo en la partida, construyó su nuevo chivo expiatorio: Víctor Semproni, el diputado que no votó, al que Mujica mandató para que no votara la Ley Interpretativa. Tanta renegación, tanta hipocresía y desfachatez no se aguanta, no se soporta. Había que sacrificar una pieza del tablero para intentar aplacar el descontento que se expande lenta y subterráneamente entre nosotros/as, y para no romper los pactos con el diablo, para no despertar la ira de los hombres de verde, siempre atentos a toda movida en la partida, ellos también juegan. Y cómo lo hacen saber: amenazando al pueblo, y secuestrando, torturando, asesinando y despareciendo a testigos. Todo estaba arreglado, todos y todas sabíamos ya el resultado antes que empezara la función. Una cortina de humo más que busca confundirnos, pero nosotros/as no nos mareamos, no se desvanecen nuestras certezas, al contrario, con más fuerza afirmamos nuestras convicciones. Ellos centraron, estratégicamente, la atención en la votación de la Ley Interpretativa –que tampoco anula la ley de caducidad-, despejando así un poco la cancha para la impunidad de los milicos. Y creen que el pueblo es hueón! Ahora nos vienen con la derogación de la Ley de Caducidad, que tampoco la anula, y peor aún, mantiene la impunidad de torturadores y represores. Porque los crímenes que ya fueron “amnistiados” hacia atrás, bajo la caducidad, no pueden ser juzgados. Sólo pueden serlo los que se cometan desde el momento de la derogación (enredos jurídico-legales que mantienen el tema entre leguleyos, y operan como voladero de luces).
El problema no es sí la ley o no ley. El problema es el poder de las FFAA, que siguen negociando regalías y privilegios, que siguen generando ganancias de los robos que le hicieron al pueblo, que siguen actuando con toda impunidad. Y, lo más importante, nuestro desafío es cómo construimos proyectos y alternativas para las mayorías. Y para esto, cómo acumulamos fuerzas…La impunidad no se interpreta se condena! La justicia no se vota, no se plebiscita, se construye a medida que se construye un mundo nuevo todos los días! La ambición de dinero y poder se alimenta, como una rata, de la miseria y de la injusticia. Por eso la lucha contra la impunidad y la pobreza es tan pasada como actual: la miseria y la explotación de hoy hacen parte del mismo proceso histórico en que nos pusieron las botas encima, con el que inauguraron, a sangre y fuego, una nueva etapa para el sistema económico, imponiendo un modelo arrasador abusador y avasallador de la vida humana y de la humanidad toda. La lucha de clases es eso, sigue siendo el motor de la historia. Y por eso los pueblos del mundo entero -y bien lo han gritado y hecho saber los pueblos árabes del norte de África y de medio Oriente- tienen mucho por construir. Bien lo hizo saber el pueblo uruguayo en la calle el 20 de mayo (“Marcha del Silencio”, que es la marcha que Familiares organiza todos los años contra la violación de los DDHH y la desaparición de personas). Hubimos cien mil personas repudiando el manoseo asqueroso que está haciendo el gobierno con los DDHH, demostrando nuestra rabia, nuestra fuerza y nuestro amor por la vida. ¡La lucha, siempre tan nueva como antigua, sigue y es todos los días! Arriba los/as que luchan.
La gran función circense del jueves 19 de mayo, donde se votó la Ley Interpretativa en la cámara de diputados (después de haber sido votada y ratificada en la cámara de senadores en abril de 2011), terminó con un empate de 49 votos a favor (bancada del Frente Amplio, FA) y 49 votos en contra (bancada de blancos y colorados). Números que no sólo expresan un empate cuantitativo, sino que también nos hablan de cómo, entre ellos, los matices se van decolorando. Y se funden cada vez más los colores de unos con otros en su reconciliación, llevando a la práctica un discurso perverso que gira en torno a la necesidad de perdonar y dejar los odios de lado, como quedó explícitamente claro el 18 de mayo de 2011, en el discurso de Mujica –“el ex guerrillero”- en el día del Ejército uruguayo. Yo no sé por qué en este punto pienso en los veinte años de Concertación post dictadura en Chile.
En esa votación, el FA sacrificó un caballo en la partida, construyó su nuevo chivo expiatorio: Víctor Semproni, el diputado que no votó, al que Mujica mandató para que no votara la Ley Interpretativa. Tanta renegación, tanta hipocresía y desfachatez no se aguanta, no se soporta. Había que sacrificar una pieza del tablero para intentar aplacar el descontento que se expande lenta y subterráneamente entre nosotros/as, y para no romper los pactos con el diablo, para no despertar la ira de los hombres de verde, siempre atentos a toda movida en la partida, ellos también juegan. Y cómo lo hacen saber: amenazando al pueblo, y secuestrando, torturando, asesinando y despareciendo a testigos. Todo estaba arreglado, todos y todas sabíamos ya el resultado antes que empezara la función. Una cortina de humo más que busca confundirnos, pero nosotros/as no nos mareamos, no se desvanecen nuestras certezas, al contrario, con más fuerza afirmamos nuestras convicciones. Ellos centraron, estratégicamente, la atención en la votación de la Ley Interpretativa –que tampoco anula la ley de caducidad-, despejando así un poco la cancha para la impunidad de los milicos. Y creen que el pueblo es hueón! Ahora nos vienen con la derogación de la Ley de Caducidad, que tampoco la anula, y peor aún, mantiene la impunidad de torturadores y represores. Porque los crímenes que ya fueron “amnistiados” hacia atrás, bajo la caducidad, no pueden ser juzgados. Sólo pueden serlo los que se cometan desde el momento de la derogación (enredos jurídico-legales que mantienen el tema entre leguleyos, y operan como voladero de luces).
El problema no es sí la ley o no ley. El problema es el poder de las FFAA, que siguen negociando regalías y privilegios, que siguen generando ganancias de los robos que le hicieron al pueblo, que siguen actuando con toda impunidad. Y, lo más importante, nuestro desafío es cómo construimos proyectos y alternativas para las mayorías. Y para esto, cómo acumulamos fuerzas…La impunidad no se interpreta se condena! La justicia no se vota, no se plebiscita, se construye a medida que se construye un mundo nuevo todos los días! La ambición de dinero y poder se alimenta, como una rata, de la miseria y de la injusticia. Por eso la lucha contra la impunidad y la pobreza es tan pasada como actual: la miseria y la explotación de hoy hacen parte del mismo proceso histórico en que nos pusieron las botas encima, con el que inauguraron, a sangre y fuego, una nueva etapa para el sistema económico, imponiendo un modelo arrasador abusador y avasallador de la vida humana y de la humanidad toda. La lucha de clases es eso, sigue siendo el motor de la historia. Y por eso los pueblos del mundo entero -y bien lo han gritado y hecho saber los pueblos árabes del norte de África y de medio Oriente- tienen mucho por construir. Bien lo hizo saber el pueblo uruguayo en la calle el 20 de mayo (“Marcha del Silencio”, que es la marcha que Familiares organiza todos los años contra la violación de los DDHH y la desaparición de personas). Hubimos cien mil personas repudiando el manoseo asqueroso que está haciendo el gobierno con los DDHH, demostrando nuestra rabia, nuestra fuerza y nuestro amor por la vida. ¡La lucha, siempre tan nueva como antigua, sigue y es todos los días! Arriba los/as que luchan.
¡LA IMPUNIDAD NO SE INTERPRETA NI SE PLEBISCITA, SE CONDENA!
¡NI OLVIDO NI PERDÓN, JUICIO Y CASTIGO!
¡NI OLVIDO NI PERDÓN, JUICIO Y CASTIGO!
1 comentarios:
parece ser siempre el mismo juego, plebiscitar aparece como una opción "democrática" en que la mayoría decidirá lo que les parece mejor. Y en realidad lo sería si cada uno/a de nosotros/as tuviera realmente la libertad de pensar y elegir lo que consideramos mejor para nosotros/as mismos/as y para la mayoría de las personas, pero como sabemos esa libertad lamentablemente no nos pertenece. Las democracias en las que vivimos parecen ser a ratos sólo un discurso de legitimación de un orden que no es bueno, que no garantiza lo que consideramos mínimo: igualdad de oportunidades para todxs. (En mi opinión, discriminación positiva si es necesario. Mucha.) Es decir, se erige la bandera de la democracia y cualquier otro modo de discurso se deslegitima cuando nuestras democracias se pactaron a un precio alto, demasiado. Porque como escribía Lemebel: hay que sospechar -siempre- de esta cueca democrática" (y lo leyó en un texto que se llama Manifiesto, el 86').
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